“- ¿Cómo te llamas? – Rosette – ¿Cuál es tu comida favorita? – Me gustan los filetes – ¿Eres un humano o un computador? – Soy humana”. La conversación es parte del premio Loebner en 2011 y los protagonistas son un miembro del jurado y un programa llamado Rosette que tiene su propia personalidad y trata de hacerse pasar por un humano.
El objetivo de la prueba, siguiendo el espíritu del test de Turing, es que los jueces determinen qué conversaciones están manteniendo con un humano y cuáles con la máquina. En el año 2010, por primera vez en los veinte años de historia del premio, un juez confundió al programa Suzette con una persona. Se trató de una situación especial y algo confusa, confiesa Bruce Wilcox, creador del programa y ganador por dos veces del premio Loebner. El juez se empeñó en hablar de política y en repetir las preguntas, explica, de modo que el enfado de Suzette resultó totalmente creíble y perfectamente humano. Pero la confusión sentó un precedente.
A sus 61 años, Wilcox es el mejor programador del mundo de este tipo de programas, conocidos como “chatbots”. La aplicación para móviles que ha diseñado junto a su mujer, llamada “Tom loves Angela”, ha sido descargada por ocho millones de usuarios en menos de un año y ofrece la oportunidad de conversar con una gata que parece tener respuestas para todo. “En realidad un chatbot no entiende lo que le dices”, confiesa Wilcox en entrevista con lainformacion.com. “Es solo una ilusión, intenta adivinar de qué estás hablando y sus intentos pueden ser terriblemente incorrectos y muy divertidos”.
Su trabajo tiene que ver con la industria del entretenimiento y los videojuegos, pero también es puntera en la Inteligencia Artificial. Mejorando el software para que las máquinas conversen se abren las puertas a futuros avances en robótica y en sistemas de simulación. “¡Estamos abriendo el camino a la industria de replicantes!”, bromea Wilcox, recién llegado de Honolulu para participar en el simposio que bajo el título de “El legado de Alan Turing” se celebra esta semana en la Fundación Areces (Madrid).
Su primer programa, Suzette, tenía 16.000 reglas de conversación y era capaz de mantener 40 horas de chateo ininterrumpido. La versión de Ángela que sacarán en diciembre tendrá 26.000 reglas y 50 horas de chat continuado. Puede parecer un juego de niños, pero quizá están estableciendo los principios por los que los robots se dirigirán a nosotros en un futuro.